¡Quedarse con los crespos hechos!


Ser indio o parecerse a los indios era para nuestros antepasados latinos un desprestigio, pues asumían tener en alguna medida una ascendencia española, así no fuera exactamente de los reyes, ni de su hija más cuerda, Juana La Loca.

Así que nuestros tátara y bisabuelos se esforzaban para que sus hijos no tuvieran rasgos indígenas, ni siquiera en el pelo. De ahí que pasaran horas y horas encrespando con las manos el cabello de los niños y niñas, pues tenerlo rizado equivalía a pertenecer a una familia de fundillo aristocrático, mientras que tenerlo liso daba a entender que era hijo de cualquier indio patirrajado.Hubo tías solícitas en encrespar y aclarar el cabello de las jóvenes en la edad de merecer, mediante jugo de limón, ramas de manzanilla y hasta agua oxigenada para obtener bucles y rizos angelicales. Ésta labor de tirones y jalones de mechones, se iniciaba desde la víspera de asistir a una cita con el amado, y a cuántas de estas pobres solteronas regresaron entre sollozos a su casa, porque las dejaron plantadas y con los crespos hechos

Acerca de Diccionario de Comunicaciones

Licenciado en Español y literatura, Magíster en lingüística. Investigador en lexicográfico. Publicaciones: Diccionario de Comunicaciones (tres ediciones), Manual de Expresión Escrita (dos ediciones).

Publicado el 20 abril, 2018 en C, Sin categoría. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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